domingo, 30 de septiembre de 2018

Un pulso al fracaso


Hola a todos,

Bienvenidos a una nueva entrada en “El arte de la educación”. En esta nueva entrada trataré la actividad que ha sido desempeñada en el aula de Procesos y contextos educativos, donde hemos visto un pequeño documental llamado Un pulso al fracaso, donde se nos presenta la labor que realiza la Fundación Tomillo con aquellos jóvenes que han fracasado en sus estudios y que no pueden volver a tener acceso a la educación secundaria obligatoria.


En dicho documental se muestran los casos concretos de tres jóvenes y cómo esta escuela tiene como objetivo no solo la asimilación de una serie de contenidos curriculares, sino que se centran sobre todo en la enseñanza de una serie de normas de convivencia y de educación social que un futuro próximo les permitirá desenvolverse en un ámbito social y laboral de manera correcta. Además, acuden también a programas de práctica (por ejemplo, para trabajar en cocinas de restaurantes) que tienen un doble objetivos: formarles para esa vida laboral e incluso darles acceso al mundo laboral.

Como complemento, nos han sido entregados al azar unos papeles con un artículo sobre el que deberíamos hacer una reflexión en relación con la película. En mi caso me tocó el siguiente:

Artículo 91.1.1) La investigación, la experimentación y la mejora continua de los procesos de enseñanza correspondiente.

En este caso, estoy de acuerdo con que debería ser un requisito imprescindible si lo que queremos es conseguir una educación de calidad en cualquier ámbito: primaria, secundaria, bachillerato, universidades e incluso estas escuelas de segunda oportunidad. Cuanto más dinero se invierta en educación más dinero estaremos invirtiendo en nuestro futuro, es decir, se desarrollarán métodos docentes mucho más efectivos que tendrán como resultado una formación mucho más completa, tanto a nivel curricular como a nivel social.

¡Gracias y nos vemos pronto!

martes, 25 de septiembre de 2018

¿Qué pasa con las FP?


Hola a todos,

Bienvenidos a una nueva entrada en este blog. De nuevo nos encontramos con una reflexión relacionada con una actividad llevada a cabo por grupos en el aula, tratando en este caso el tema de la formación profesional y dando nuestra opinión sobre qué mejoras propondríamos nosotros como futuros profesores. He de decir que, personalmente, me ha parecido un debate de lo más enriquecedor, pues contábamos con la experiencia de una compañera que había cursado una FP en el pasado y los casos cercanos de dos miembros de mi familia.


La primera de las mejoras que hemos propuesto ha sido la separación de las FP de los centros en los que se imparten tanto secundaria como bachillerato. Un ejemplo cercano a mi persona es el IES Ramón y Cajal. No puede ser que, siendo un tipo de formación completamente diferente a las anteriormente mencionadas, las FP se impartan en centros compartidos en lugar de centros independientes, como ocurre por ejemplo con las miles de facultades con las que contamos en España. Hemos considerado de manera conjunta que sería necesario que este tipo de formación contase con un espacio propio, que agrupase varias opciones de contenido curricular y que se rigiese por unas normas totalmente independientes a las de los institutos que las acogen hoy en día, pues en muchos casos los estudiantes no son chavales con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años.

Nos hemos dado cuenta además de que las FP están muy infravaloradas, pues en la sociedad en la que vivimos hoy en día recurrir a este tipo de titulación parece que está destinada a aquellos que no pueden acceder a la universidad por méritos propios (aunque por fortuna parece que estamos cambiando el chip de manera lenta pero progresiva). Sin embargo, la realidad es mucho más diferentes. Las FP deberían tener una importancia mucho mayor, empezando porque en ellas prima la práctica por encima de la teoría con el objetivo de preparar a los estudiantes para la vida laboral, cosa que en las facultades no es así, pues la gran mayoría de las clases consisten en un profesor sentado en su mesa leyendo un Power Point cuya última edición es de hace 10 años y que te saca de visita una vez durante todo el cuatrimestre por cumplir. Me duele reconocerlo, pero muchas asignaturas cursadas en mi grado han seguido ese modelo.
Si nos referimos exclusivamente al periodo de prácticas, mientras que en la formación profesional son de tres meses con un alto grado de probabilidad de ser aceptado por la empresa en la que las realizas… en la universidad es totalmente diferente. Haciendo referencia al grado en Historia del Arte, las prácticas que se nos proponen duran apenas mes y medio y no cuentan con carácter obligatorio, pues las puedes sustituir por una asignatura. Puede ser que en carreras como las ingenierías las prácticas duren más y tengas la oportunidad de conseguir un trabajo estable en ellas, pero por norma general eso es algo más propicio a ocurrir en las FP y es algo que debería ser reconocido y explotado (teniendo en cuenta, claro está, que no todo en esta vida es de color rosa y que no se consigue trabajo en la totalidad de los casos).



Por otro lado, estamos todos de acuerdo en que asignaturas menos atractivas para algunos estudiantes de FP como FOL (Formación y Orientación Laboral) son esenciales para el día de mañana, pues presenta la realidad laboral tal y como es y nos introduce, por ejemplo, en el mundo de los contratos con el fin de que algún día podamos evitar ser utilizados y explotados en las empresas. ¿Ocurre esto en las universidades? Ya os respondo yo, no. Las universidades se dedican únicamente a proyectar contenidos y conocimientos sobre los estudiantes sin hacer una mínima mención a la realidad que se les viene de cara, la vida laboral. Podremos saber muchas cosas de lo nuestro, pero aquellos que han estudiado una FP van a saber de lo suyo y de todo lo relacionado con la vida laboral. Es por ello que nos hemos dado cuenta que esta asignatura debería ser imprescindible también en las universidades, independientemente del grado que estés estudiando, pues al final, cuando queramos trabajar estaremos todos atados a un contrato y deberíamos saber que estamos leyendo antes de poner nuestra firma en él.

Igual otro caso a mejorar, y esto se lo debemos a la experiencia de nuestra compañera, sería el hecho de que en muchas ocasiones algunas de las asignaturas de FP comparten profesores de E.S.O. y bachillerato. No queremos decir que no estén preparados, si no que proponemos que en esos edificios destinados únicamente a la formación profesional que antes hemos propuesto existiera un cuerpo docente preparado exclusivamente para dar ese tipo de formación, no diferentes contenidos curriculares en un mismo año en función de los niveles que les son asignados.

La opinión de la sociedad hacia la formación profesional también debería cambiar por una razón muy simple. En ocasiones hay estudiantes que no han tenido la posibilidad de estudiar un grado universitario por no llegar al mínimo de nota establecido y, tras su paso por las FP, han adquirido nuevos conocimientos y además cuentan con la media suficiente para acceder, ahora sí, a la universidad.
Pero hay casos aún mucho mejores, donde estudiantes de FP han descubierto su fascinación por X materia y este periodo de formación les ha servido como impulso para decantarse a realizar un grado universitario con el que aumentar sus conocimientos y, a su vez, el abanico de opciones laborales.

¿Qué pretendo decir con todo esto? Que ni los grados universitarios son tan buenos ni las FP son tan malas, pues hay más universitarios comiéndose los mocos sin encontrar un trabajo de lo que han estudiado que estudiantes de módulos. Valoremos más este tipo de formación, por favor.

Gracias por vuestra atención y… ¡nos vemos pronto!

domingo, 23 de septiembre de 2018

La educación en Castilla y León


Hola a todos,

Bienvenidos un día más a “El arte de la educación”, en esta ocasión para tratar de dar mi opinión sobre los puntos fuertes y los puntos débiles del sistema educativo presente en Castilla y León. Esta opinión será reflexionada a partir de la lectura de un artículo del Norte de Castilla, escrito por Susana Escribano.

Para empezar, hay que destacar que el número de alumnos se mantiene, por lo general, de manera estable en cada una de las provincias. Sin embargo, es cierto que el éxodo rural sigue siendo un problema que afecta gravemente a los pequeños núcleos de población, en especial de ámbito rural, como se puede comprobar con el cierre de cuatro centros por el simple hecho de no llegar a un mínimo de cuatro alumnos matriculados, imprescindibles para mantener el centro educativo y sus intengrantes operativos.

En cuanto al tema de los idiomas, tengo que decir que la imposición del bilingüismo en un gran número de centros es una decisión muy acertada, más si tenemos en cuenta que se quiere imponer ya en infantil. Esto reforzará el aprendizaje y el manejo de un segundo idioma (en este caso el inglés) desde etapas muy tempranas en la vida. Eso sí, para que esto sea posible y se cumplan con los objetivos establecidos se debe contar un cuerpo docente lo suficientemente formado como para llevar a cabo este objetivo, ya sean profesores nativos (que actúen como complemento) como se menciona en el texto o profesores españoles que cuenten con la formación necesaria, un título que los acredite y un nivel adecuado para desempeñar su labor como docente bilingüe.

Por otro lado voy a tratar el tema de las recuperaciones en junio para realizar el examen de acceso a la universidad en julio. Sinceramente me parece algo desastroso, pues ese sistema de recuperaciones lleva vigente en la universidad desde hace tres años y en muchos casos no se puede decir que haya sido muy acertado. Es cierto que muchos alumnos preferirán quitarse sus correspondientes recuperaciones en junio, pero lo que no entiendo es cómo la gente que manda pretende que aquellos que cuentan con varias asignaturas o apenas una que le supone un gran problema traten de estudiarse todo en una semana, luego hagan el examen y después se pongan a estudiar todos los contenidos necesarios para realizar la prueba de acceso a la universidad.
Como ya he dicho, este sistema está vigente en mi antigua facultad (Facultad de Filosofía y Letras, Valladolid) tanto en el primer cuatrimestre como en el segundo. Y mi opinión es la misma, pues aquello que no has podido estudiarte en dos meses como mínimo (o que has estudiado, pero no has conseguido aprobar) no vas a conseguir aprenderlo en apenas una semana entre la primera convocatoria y la segunda.

En lo que sí estoy de acuerdo es en la imposición de un único examen para todas las comunidades autónomas, evitando así la variación de complejidad entre unos exámenes y otros. Una prueba de acceso que sea igual para todos sería la manera más justa de acceder a los estudios universitarios.

Esta es mi opinión sobre el artículo del Norte de Castilla. Un saludo.